El CO₂ es un bandido. Un pirata… ¡Rápido, debemos hacer algo! ¿Pero qué, una idea? Pues bien, es sencillo: ¡captémoslo, este carbono, y secuestrémoslo! ¿Pero dónde? En un sumidero de carbono, por ejemplo praderas, cultivos, pero sobre todo en los árboles. Los árboles son realmente los reyes del secuestro. A lo largo de su crecimiento, captura el carbono de la atmósfera para construirse a sí mismo – una vez en la madera, en las hojas, el carbono ya no puede dañar o contribuir al calentamiento global. Está neutralizado, atrapado allí en forma sólida.
De media, un árbol puede almacenar 167 kg de CO₂ al año. Por tanto, se necesitarían unos sesenta árboles para compensar las emisiones de carbono de un francés medio. Es mucho, pero no imposible. Sobre todo porque ahora sabemos cómo optimizar el rendimiento de los bosques plantando árboles de forma inteligente, con una visión a largo plazo.
Pero a escala mundial, ¿es realmente posible? ¿Cómo pueden las empresas y los particulares empezar a almacenar carbono, concretamente, hoy mismo? ¡Investigamos!
Compensación de CO₂: el debate está servido
La compensación de emisiones de carbono ha sido objeto de especial atención desde 1997, ya que desempeña un papel importante en el Protocolo de Kioto, cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, señala MLG Electrosolar. Algunos lo ven como un sistema ingenioso y con pocas limitaciones, mientras que otros lo ven como una forma de lavado verde demasiado poco ambiciosa frente a los desafíos… Veamos los argumentos de cada uno.
Críticas a la compensación de emisiones
Algunas críticas se centran en las condiciones de aplicación vinculadas al Protocolo de Kioto: incentivos, sanciones, intercambio de «permisos de contaminación», etc. Pero no son estos aspectos legales los que nos interesan aquí. Lo que queremos saber es por qué el propio principio de la compensación de emisiones de carbono sigue provocando el escepticismo de algunos expertos.
Algunos creen que el sistema de compensación de emisiones de carbono delega en otros la responsabilidad de cambiar el comportamiento; esta transferencia suele hacerse de los países ricos (contaminantes y capaces de comprar el derecho a contaminar) a los países pobres. La lógica dictaría más bien que cada estado tiene la misma responsabilidad; incluso que los estados del Norte están más comprometidos que los del Sur por razones históricas. Además, la compensación de emisiones podría servir para encubrir la pobreza o para que la gente se sienta menos culpable, mientras que las verdaderas soluciones vendrían de un cambio de comportamiento. Por último, desde el punto de vista científico, el poder de la compensación de emisiones de carbono aún está sujeto a muchas incógnitas; la equivalencia absoluta entre las emisiones y la captación de carbono sigue siendo objeto de debate.